sábado, 21 de junio de 2008

Preparándose para el Coto

Cuando uno se va a enfrentar al temido Coto, uno tiene dos opciones, afrontarlo con resignación sabiendo que acabará vencido por las duras rampas que encadena en toda la subida, o prepararse previamente para no ser humillado por este coloso de la geografía ortegana. Este año he optado (el tiempo dirá si con acierto o no) por la segunda opción.

Tras unos recorridos de tanteo que evidenciaron mi pésimo estado físico, me enfrenté al día de hoy a un recorrido clásico, como primer test para evaluar al detalle mi estado. El recorrido era el de Ortigueira-Devesos-Couzadoiro-Baleo-Ortigueira. Un recorrido por encima de los 20 kms para ganar fondo.
Comienzo por las rectas de Cuiña con las piernas algo cansadas. Probablemente debido al ejercicio físico de cavar ajos que realicé hace dos días.
Por fin encamino la carretera de As Pontes con el olor a serrín que impregna el Polígono. Llegan las primeras rampas con un sol de justicia. Afronto los primeros metros de pie intentando encontrar mi ritmo. Pronto tengo que subir piñones y sentarme. Espero ponerme a sudar pronto y encontrar mi ritmo. El sol cae y calienta todo el cuerpo. La cabeza pronto me empieza a sudar y en las rodillas me va cayendo el goteo de sudor de forma constante. Trato de cambiar el ritmo poniendome de pie pero no me encuentro bien. La velocidad de subida es lenta y no das salido de las largas curvas que tiene la nueva carretera. Apenas hay referencias, los puntos kilómetricos son referencias demasiado distanciadas. Llevo un buen trecho y son consciente de que el sufrimiento se hace mayor, es imposble coger un ritmo adecuado. Del arcén para la calzada y de la calzada para el arcén. La misma táctica, sentado con un piñón más alto que bajo cada vez que me pongo de pie. A media subida llegan la primera crisis, el ritmo se hace lento y pienso en bajarme, continúo por coraje. Recupero y cojo un buen ritmo pero vuelve otra crisis. En las crisis tengo que reducir la velocidad a mínimos. Un grupo de motoristas baja. El último me da ánimos. Reconforta mi estado mental pero las fuerzas son escasas. Me mantengo en la bicicleta por cabeza, pero las piernas me mandan bajar. Las crisis se suceden, hace tiempo que sólo oigo muy rápido los latidos del corazón en mi cabeza. Es una carretera sin referencias, sin descansos, monótona con una subida sostenida que debe andar por el 7%, algo menos de 4kilómetros. El sudor me empapa pero el cuerpo no me acaba de funcionar. Subo y bajo piñones. Me pongo de pie y me siento. Por fin sé que quedan unos 400 metros. Da igual, tengo que seguir regulando sino quiero quedarme clavado. Sólo la cabeza me anima un poco más. El pedaleo es lento y cansino. Veo la señal de tráfico donde se encuentra una bar y acaba la subida. Faltan unos 60 metros, me pongo de pie cambiando el ritmo a la vez que bajon dos piñones. Puedo esprintar hasta el bar pero no me parece sensato agotar las últimas fuerzas que me quedan. A 20 metros bajo el ritmo.
Dejo la bicicleta y me dispongo a entrar en el bar. Paisanos bebiendo cerveza. Apenas puedo hablar de lo seca que tengo la boca. Me cuesta pedir un cocacola de lo trabada que tengo la lengua. Bebo con avidez. Cojo el periódico y noto que me tiemblan las manos. Pido un botellín de agua para el resto del camino.

La bajada relaja aunque no es muy larga. Después de los tres primeros kilómetros uno se adentra en un terreno pestoso. Un tobogán con continuas bajadas y subidas. Este terreno te quema las piernas. Lo afronto dignadamente, sin cebarme en las subidas pero sin recurrir a desarrollos ridículos. Lo más duro ya ha pasado. Me mentalizo.

Siempre tomo la última subida a la Venta como referencia de mi estado físico. La comienzo impetuosamente y la termino a trancas y barrancas. Mi físico sin estar muerto, está muy limitado.

Comprobando mis pésimas condiciones sobre la bicicleta sólo me queda seguir mejorando, y esperar que con el trascurrir de los días comiencen a llegar buenas sensaciones. Mañana todo apunta a un recorrido más llano y tranquilo como puede seguir el Campo del Hospital. Pero eso ya será otro día.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Espero regresar algún día a Ortigueira cuando termine este infierno, para tratar de acompañarte aunque solo sea durante 50 metros. Lo malo es que llegará el Festival y el poco físico que tengo quedará mermado por el alcohol y la droga vieja...

Anónimo dijo...

He aquí el ejemplo de un incansable luchador deportista. Mientras otros nos damos a las insalubridades de la vida diaria: café, coca-cola, tabaco, comida rápida, grasas, azúcares, oficinismo, alcohol, estrés, pocas horas de sueño, bollería industrial, fifa, mala ostia, marihuana, cocaina, heroina, tripis, calimocho, setas, lsd, anfetaminas, ketamina, porros, costo, pistos, peyote, crack, éxtasis, morfina, metadona...

de todo, neno, de todo.

Anónimo dijo...

Al leer este apoteósico artículo he vuelto a recodar todo ese cúmulo de sensaciones apocalípticas que experimentan al unísono cuerpo y mente durante un mano a mano contra la gravedad y el asfalto. Ese sensación infernal y psicodélica que te invita al abandono y te reta a alcanzar la inalcanzable cima. Todo un reto que tiene su única recompensa en la gratificante ingesta de alguna bebida isotónica en una humilde taberna, si tienes la suerte de encontrarla, o la simple y llana simbiosis del hombre con la naturaleza, el regreso a los tiempos prehistóricos que se experimenta mientras uno se la menea tras una higuera, al lado del ya conocido por todos y célebre Coto.

Si quieres un entrenamiento para ir cogiendo fondo te recomiendo la ruta Ortigueira-Cabo Ortegal (65-70% aproxim. pendiente 0). Escoge preferiblemente un dia no muy caluroso o correrás el riesgo de intoxicarte por un fétido y misterioso olor que cubre la zona de Cariño).
Proponte como reto personal para dentro de 30 dias la ascensión a la Garita Herbeira, aunque esto ya son palabras mayores...
Habrá que hacer un hueco en la agenda para intentar cubrir la clásica etapa Ortigueira-As Pontes

Anónimo dijo...

Tomo nota de los comentarios y de las propuestas que parecen muy interesantes. Además nunca he ido al cabo Ortegal y tengo ganas. Estos días estoy recuperando sensaciones, aunque los ritmos aun son lentos, ya han caído clásicos como el Foxo o el Yermo, y una subida inédita a Mosteiro que parecía un infierno y me obligó a echar pie a tierra. Lo malo es que todo esto se joderá con los 30 ó 40 cubalibres que se pueden llegar a beber durante el Festival.

Anónimo dijo...

eso no es nada, yo bebi 347 copas durante toda la campaña.

y ahora me dedico al arte, que no vivo en estrecheces. ostia.