lunes, 1 de septiembre de 2008

Deportivo 2 Real Madrid 1


Me surgió como una necesidad imperiosa relatar una crónica de uno de los partidos de fútbol más emocionantes que se pueden ver en la Liga española.

Se cumplían ya muchos años de la maldición del Real en tierras herculinas, el morbo radicaba en ver si continuaría la misma. La particularidad, este año tocaba la visita a Riazor en la primera jornada de liga.


Sin compañía resenable pero con mi amigo el tabaco (cigarrillos sobrantes de alguna esmorga) y mi novia la botella (sidra "Mayador") disfruté de este buen partido de fútbol.

Salió enganchado el Deportivo, y en el primer minuto ya estrellaba un disparo en el larguero el nuevo ariete deportivista, Mista, que derrochó ganas desde el primer minuto. Era un partido de toma y daca, con constantes contragolpes que se sucedían sobre uno y otro campo. El Deportivo estaba enganchadísimo al partido y ponía ese puntito extra de cojones que los madridistas no podían igualar. La lucha por cada balón, una batalla. Un inciso Robben no lograba encontrar el camino despejado en las bandas, el buen trabajo de Laure, correoso y con cabeza en defensa, y Filipe, sin problemas atrás y con mucha aportación arriba, era complementado por la ayudas defensivas, siempre certeras, bien del extremo que se caía en labores defensivas bien del pivote De Guzmán, que derrochó físico y se multiplicó en tareas ofensivas y sobretodo defensivas, ganando cada lucha por el balón en lo que me llegó a recordar por algún detalle, al irrepetible Mauro Silva. Con un Deportivo que llegaba con peligro y atrás estaba muy bien armado llegó el primer tanto, un centro y un remate picado de Mista que deja a Casillas clavado. Los fantasmas reaparecen para el equipo blanco, y desde el gol no se ve esa motivación necesaria de quien quiere remontar un partido.

Se reanuda la segunda parte con un gol tempranero del equipo del Gobierno, su mejor baza, el tulipán Van Nistelrooy, aprovecha un balón muerto tras un disparo de Raulísmo; la zaga no estaba tan oportunamente colocada y el holandés perfora según le cae con un chupinazo inalcanzable para Aranzubía.

Nada que objetar al trabajo realizado por Lopo y Ze Castro, muy seguros en el corte. También notable actuación del portero vasco, muy completo en todas las facetas de un buen guardameta, con el único tachón de una salida a por uvas al borde del área grande.

No pasa nada, la historia y las estadísticas siempre ayudan y el Deportivo de nuevo por arriba, ahora Lopo, revienta la portería blanca. El estadio enfurece, los madridistas empiezan a mearse pernera abajo.

Cambio natural, el trabajador y algo precipitado Mista por el engominado Riki. No es un señorito aunque lo parezca, le pone ganas, tantas que destroza en un mal paso su pierna rompiendo fibras en el bíceps femoral. Cambio obligado. Sale el esperado Omar Bravo, sin tiempo ya ni ocasiones para hacer nada. Otro compatriota suyo, Guardado, se está adueñando en propiedad de la banda izuquierda, secundado por un Filipe incansable. La banda de los meludos funciona a las mil maravillas, rapidez, técnica y constancia. La otra tampoco anda mal surtida con un Laure voluntarioso y un Pablo Álvarez que a intervalos derrochaba técnica y ganas, con un taconazo para la galeria en una humillación más para los merengones. El centro del campo tampoco anda flojo, con un Sergio que no es un destructor ni un organizador nato, pero que equilibra al conjunto a la perfección, en este caso la experiencia es un grado para dominar los tiempos del partido y no precipitar pases comprometidos. Verdú algo menos activo, muchos en su lugar hubiésemos preferido la entrada del Mago.

Tras el gol coruñés el partido trascurre toda la segunda parte más cerca de la puntilla que del empate, sobretodo por el orden del equipo coruñés. Ni dando entrada a jugadores frescos por las señoritas Raúl y Guti el Madrid puede hacer nada. Sólo un poco de emocion en el tiempo del descuento con una falta rigurosa al borde del área que estrellan en la barrera.

Las meigas continuan con su maleficio y Riazor como campo maldito, mientras la afición blanquiazul tiene motivos para volver a ilusionarse.



- Petar -