Dicen que las piedras tienen memoria,
que recuerdan y que se les queda grabado lo que pasa en la ciudad.
Dicen un montón de chorradas y esta no es de las peores que he
escuchado.
La piedra no recuerda nada, en el
mismo banco de piedra en el que ahora beso a esta chica que conocí
ayer, otra chica me dejaba hace cuatro años, también la había
besado en ese mismo banco. Dos años antes de eso, una chica había
sido violada en una noche de noviembre, pasado un año, Juan y María,
decidían abortar a la hija que ella llevaba dentro. Hoy hace
exactamente tres años que Javi salió del armario y le contó a
Divina, su madre, que le gustaban los hombres desde pequeño y que un
profesor del colegio de curas le tocaba después de las clases.
La chica que me dejó tiene un novio
desde entonces y no es feliz pero se conforma pensando que los demás
tampoco. Su novio es de la misma opinión y se lo repite para sus
adentros cuando haciendo el amor piensa en un chico que conoció en
el colegio de curas.
La chica que fue violada ahora es
ingeniera de caminos y procura no pensar en lo que pasó aquella
noche de noviembre aunque no ha tenido una relación seria desde
entonces y lo achaca a eso.
Al agresor no lo cogieron porque le
endilgaron el delito a un violador en serie detenido unos meses
después. El violador en serie está en la cárcel del Bueso, sólo
su madre va a verlo y reza por él cada día en la catedral.
Después del aborto María cayó en la
obsesión de entrar en las páginas pro-vida de internet, enloqueció
y un año después entró en un convento, aún no sabe si va a ser
monja.
Juan fichó por el Valencia y no jugó
ningún partido en su primera temporada, en la segunda tampoco jugó
porque se lesionó en un entrenamiento y se ha vuelto, es entrenador
de un equipo infantil en Bertamiráns. Su sobrino Pablo juega en él,
su hija y Pablo tendrían la misma edad. El director del colegio
había sido cura y está muy involucrado con los niños.
Javi es bastante feliz, vive con su
novio y tienen dos gatos: Freddy y Pedro.
Divina nunca ha aceptado la realidad,
se pasa las tardes adormilada por el incienso de al catedral rezando
con otra madre, cada una por sus cosas, ni siquiera se han presentado
formalmente.
Por mi parte yo estoy sentado en este
banco con mi mano acariciando el cuello de esta chica y pensando en
todo esto.
Philip Haaus
Philip Haaus
1 comentario:
cuanta droga
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