viernes, 30 de marzo de 2012

Cuando la tarde pierde el nombre,
se tiñe de rojos y violetas,
despierta la bestia.

Se revuelve y quiere salir,
beber hasta saciarse,
se convierte el aire en sed.

Las calles se estrechan,
los bares son cuevas,
los ojos grietas.

La garganta una gruta,
el andar somnoliente
te lleva a lugares de donde quieres huir


Poesías del banco de Knoll street, Hermann Koeper (1995)